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Alfredo Triff
Especial/El Nuevo Herald
July 10, 2011
Waldo Balart es el pintor concreto por descubrir. No porque sea desconocido. Después de todo tiene un apellido, Díaz Balart, que lo marca, y lleva recorridos 40 años explorando el arte como proyecto espiritual. Su trabajo es tan obstinado y consistente que se hace joven, vigente.
Nacido en Banes en 1931, tuvo la suerte -y también la adversidad- de crecer dentro de una familia con historia política. En 1959, el joven diplomado en ciencias políticas y economía emigra a EE.UU. En el Nueva York bohemio de los años 60, Díaz Balart descubre el arte. Toma clases en la escuela del Museo de Arte Moderno con Peter Forakis -miembro de la Park Place Gallery, espacio aglutinante de mucho de los futuros artistas de la escena del arte geométrico, el hard edge, y el minimalismo incipiente. Balart absorbe de primera mano la resaca del expresionismo abstracto y comparte con figuras como De Kooning, Franz Kline, y Mark de Suvero.
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