Publicado el domingo, 18 de septiembre, 2011
JOAQUÍN BADAJOZ
ESPECIAL/EL NUEVO HERALD
V for Vanitas: Geandy Pavón y el arte como castigo. ¿ Quis custodiet ipsos custodes?, se preguntaba en las Sátiras el poeta Juvenal. Desde entonces la respuesta ha quedado como una duda abierta a todas las teorías de la conspiración: ¿Quién vigila a los vigilantes? La lista de watchdogs ha sido amplia, pero desde la segunda mitad del siglo XIX el arte político ha sido uno de los azotes más efectivos y permanentes contra el abuso del poder. Geandy Pavón Zayas (Las Tunas, Cuba, 1974) se ha convertido desde hace años en el mayor aguafiestas del régimen de La Habana y de otros gobiernos autocráticos como el chino. El artista, encarnado en su proyecto Némesis, transformado en memoria que persigue, “que no deja en paz al que ha ejecutado una mala acción”, ha alcanzado notoriedad como una suerte de Bansky mediático que proyecta graffiti efímeros -ya sean imágenes del luchador cubano Orlando Zapata Tamayo, fallecido después de una larga y penosa huelga de hambre, o del artista disidente Ai WeiWei- en “pantallas” tan disímiles como la fachada del Consulado Chino en Manhattan, o el emblemático Carnegie Hall durante un concierto del cantautor Silvio Rodríguez.
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